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lunes, 2 de noviembre de 2009

Fragmento de una vida hecha trizas

Mientras José observaba la esquina del estudio (que por falta de luz no se veía nada por supuesto) se preguntó -¿esto tiene solución?- con una voz baja y desganada, ¿la tenía?, pues la respuesta no la tenía él. Hace más de un año que había cortado toda comunicación con su hermano, un serio problema que había marcado el inicio de una vida solitaria lejos de las personas que supuestamente quería y habían dicho querrerlo. Eran las dos de la madrugada y el whisky se había acabado. Se echó en la cama boca abajo con la cabeza fuera del catre -porsiacaso vomito el alchol...- murmura. Se le iban acabando las energías y las ganas de pensar, durmió tranquilo, inmóvil y no vomitó esa noche.
Despertó con un dolor de cabeza no tan fuerte como había imaginado, fue directo a la cocina y tomó de golpe una taza de café puro y sin azúcar, fue a la ducha recibió millones de gotas de agua fría, no pareció sentirlas, se puso ropa limpia, deshechó las sucias, se echó colonia, hizo sonar su cuello y salió de su departamento sin mencionar una palabra en toda esta secuencia, hacía lo mismo dos noches a la semana, le había agarrado gusto y talvez esto sería lo que acabe con su vida.
En la tarde, mientras almorzaba un ají de gallina fiel a la rutina de siempre vino de nuevo esa interrogante ¿Había solución?, ¿de verdad la había? ahora otra ¿Por eso terminé así? luego otra más ¿Eso nunca debió pasar?; piensa: por eso odio pensar. Casi un año pasando desapercibido ante los ojos de millones de posibles amigos, eso era un logro que merecía ser celebrado, pero estaba muerto por dentro, no había alegría ni dolor, piensa: no había nada José, nada, ay dios, de haber imaginado que esto terminaría tan mal nunca se me hubiera pasado por la mente.
Pasan las horas, pasa el día, ya eran las diez en punto, salió del local, se dirigió a su morada sin pestañar, otro logro já, sin pensar más como una maquina, llegó al departamento poco ordenado, se sentó en el sillón al lado del librero, encendió la lámpara y buscó una botella de whisky en la parte baja del mueble, en este mes se había terminado diez, - ta mare- dijo mientras observaba con ojos hambrientos una botella de pisco acholado, piensa: nunca buscarías la solución José, te habías resignado a pasar lo que te quedaba de vida solo y amargado, para ti la única solución era acortar el tiempo. Le empezaban a brotar unas pequeñas gotas de agua salada de ambos ojos, dice -Esto esta bien, mientras más fuerte y más rápido, mejor-.

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