Etiquetas

2012 (1) abandono (1) abrazo (2) aburren (1)

miércoles, 23 de septiembre de 2009

A dentro

Caminaba dando pasos lentos y calmados, no sabía que me esperaba al abrir la puerta. Finalmente,
venciendo mis supersticiones y miedos lo hice, la abrí, pero sentía que el tiempo era más lento al mover la manija.
La moví noventa grados -a mi parecer exactos- y empujé suavemente la puerta -lo pude hacer- era algo que de veras pensaba no poder hacerlo,
que los nervios me ganarían, que algo pasaría, que vendría alguien -LO QUE SEA- y me impediría abrir esa puerta.

Al abrirla se veía el interior del cuarto, estaba oscuro, la luz del corredor no la llegaba a alumbrar, pero superé el terror; entré, cerré la puerta que ahora yacía detrás mío y abrí los ojos que había cerrado por inercia -estoy ciego- miré irónicamente a ambos lados, deseé salir afuera, desmayarme, morir -LO QUE SEA- con tal de no seguir solo en esa absoluta oscuridad -bueno ya estaba ahí- solo habían pasado cinco miserables segundos. Estaba algo angustiado y planeé, sí, planeé en encender la luz, debería haber un interruptor cerca a la puerta y a la altura de mi cuello más o menos.
Palpando esa supuesta pared que mis ojos no veían, pero -mis manos si sentían- encontré algo que podría ser lo que buscaba, apreté ese supuesto interruptor más rápido que la manija de la puerta, mucho más; como arte de magia se iluminó la habitación -si era un interruptor- mi sentido del tacto no me había fallado, nosotros no sentimos ni vemos que ese foquillo que se enciende en la parte superior de un techo en una milésima de segundo -es seguro que menos- va irradiando la tan preciada luz desde ese punto de partida a todo el cuarto y así parece magia.
Lo veía todo, ya no había miedo, ya no había ansiedad, estaba todo claro, pero -...seguía solo-.

No hay comentarios:

Publicar un comentario